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“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete
candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al
Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por
el pecho con un cinto de oro.  Su cabeza y sus cabellos eran blancos como
blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;    y sus pies semejantes
al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de
muchas aguas.    Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una
espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en
su fuerza” Apocalipsis 1:12-16.

La visión del Hijo del hombre

Juan el apóstol escribió este libro cerca del 90-96 d.C. En una gloriosa visión
que Dios le mostró en la isla de Patmos sobre los tiempos finales. Es quizá el
más enigmático y apasionante libro de todo el nuevo testamento, que muestra
los grandes eventos del tiempo del fin: el rapto de la iglesia, la gran
tribulación y todos los sucesos y personajes de ese tiempo, que expone la
gloriosa segunda venida de Cristo a la tierra, y luego describe un resumen de
los 1.000 años de la teocracia, el juicio del gran trono blanco, y nos deja en las
puertas misma de la eternidad.
El primer capítulo muestra que Jesús en forma glorificada se le aparece a Juan,
y el apóstol cae como muerto ante la majestad, la grandeza y gloria de
Jesucristo: “Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y
vivirá” Éxodo 33:20. Vestido con una ropa real, con un cinto de oro en el
pecho, su cabeza y sus cabellos de un blanco maravilloso como la nieve, sus
ojos como llama de fuego, sus pies como el bronce reluciente, con una voz
potente y ensordecedora de la cual salía la espada cortante de la palabra de
Dios, su rostro con el brillo cegador del sol del mediodía.
Este maravilloso ser levanta a Juan que estaba casi muerto del impacto de la
presencia sobrenatural del Cristo resucitado y glorificado, presentándose de
esta manera: “Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra
sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y
estuve muerto; más he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y
tengo las llaves de la muerte y del Hades” Apocalipsis 1:17-18.
Jesucristo en medio de los siete candeleros

Juan vio algo muy peculiar y demasiado importante: Jesús estaba em medio
de los siete candeleros, estos candeleros representan las siete iglesias del Asia

menor a los que se les dirige un mensaje que recepcionaría cada ángel de
aquellas iglesias; Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y
Laodicea. Muchos eruditos bíblicos aseguran que también estas siete iglesias
representarían las siete edades de la iglesia del Señor Jesucristo, con las dos
últimas que son Filadelfia, la iglesia que representa a los que se van al cielo en
el rapto (Apocalipsis 3:1-6), y Laodicea, que es tipo de los creyentes tibios y
autosuficientes, que se quedarán aquí en la tierra para la gran tribulación
(Apocalipsis 3:14-22).
Jesucristo aparece, no afuera de ellos, ni al lado de ellos, ni en la periferia,
sino que aparece exactamente EN MEDIO de los siete candeleros. ¿Esto es
casualidad o tiene un claro y especial mensaje? Claro que Sí, no es casual, el
Señor debe estar siempre en medio de su iglesia, es decir, cada iglesia y cada
predicador debe tener un mensaje Cristo céntrico.
Cristo el verdadero centro de cada iglesia y de cada predicador
Alguien dijo que Cristo céntrico significa= “Que tiene a Cristo como su
centro, en el entendido de que de Él depende el cristiano, y alrededor
de El, giran todas sus esperanzas y aspiraciones, tanto espirituales como
materiales”. Una definición mucho más teológica de lo que significa este
término, sería= “Que tiene que ver con esos tipos de teología o de reflexión
cristiana en los que la persona y obra de Cristo constituyen el fundamento y
eje de todas las proposiciones teológicas y éticas”.
De todos los miles de personajes bíblicos (hombres, mujeres, niños, jóvenes,
ancianos, patriarcas, ministros, escritores, músicos, profetas, reyes, jueces,
sacerdotes, boyeros, pastores, apóstoles, maestros, evangelistas, etc.) El
personaje central de toda la sagrada escritura es, sin lugar a duda, Jesucristo el
Hijo de Dios: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el
cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” Hebreos 12:2.
Son muchas los concilios e iglesias independientes que sencillamente no
predican un mensaje Cristo-céntrico. Increíblemente muchos cristianos de este
tiempo no pueden ni darse cuenta de esto, incluso hay algunos hermanos que
nunca han escuchado este término, lo desconocen o no lo entienden, por lo
cual se preguntarán: ¿qué es un mensaje Cristo-céntrico? Hoy son muchos los
temas que los predicadores de chocolate y las iglesias de plástico abordan: el
dinero, los éxitos en todas las áreas de la vida, la prosperidad, la salud
holística, el reino ahora, las promesas divinas, la auto estima, las grandes
metas a alcanzar, la metafísica, el alcance del placer, el crecimiento de la

iglesia, el noviazgo, la sexualidad plena en el matrimonio, proyectos a corto
plazo, el poder que cada cristiano tiene, etc.
​¿Qué es el mensaje Cristo – céntrico? Pues este mensaje o enseñanza coloca
al Señor Jesucristo en el centro de toda la prédica, porque Él es el autor de
nuestra redención.  Por Él todas las cosas existen, y por Él todas fueron hechas
Colosenses 1:16. Es que a Cristo lo podemos encontrar por toda La
Biblia tanto en el antiguo como en el nuevo testamento de una manera
maravillosa y gloriosa. Él se encuentra desde Génesis 1:1 hasta el último
versículo del libro de Apocalipsis. Este mensaje pone en eminencia al
Salvador y toda su preciosa e increíble obra. Cristo se revela en cada uno de
los pasajes de las Sagradas Escrituras.
Jesús en antiguo testamento
En Génesis, Jesús es la simiente de la mujer.
En Éxodo, Él es el cordero de la pascua.
En Levítico, Él es nuestro Sumo Sacerdote.
En Números, Él es el la nube y la columna de Fuego de noche.
En Deuteronomio, Él es el profeta semejante a Moisés.
En Josué, Él es el capitán de nuestra salvación.
En Jueces, Él es nuestro juez y legislador.
En Ruth, Él es nuestro pariente redentor.
En 1 º y 2 º de Samuel, Él es nuestro profeta de confianza.
En Reyes y Crónicas, Él es nuestro Rey reinante.
En Esdras, Él es el re- constructor de los muros.
En Ester, Él es nuestro Mardoqueo.
En Job, Él es nuestro Redentor que siempre viva.
En los Salmos, Él es nuestro pastor.
En Proverbios y Eclesiastés, Él es nuestra sabiduría.
En el Cantar de los Cantares, Él es el esposo amoroso.
En Isaías, Él es el príncipe de la paz.
En Jeremías, Él es el renuevo justo.
En Lamentaciones, Él es nuestro profeta llorón.
En Ezequiel, Él es el hombre maravilloso de cuatro caras.
En Daniel, Él es el cuarto hombre en el horno ardiente de la vida.
En Oseas, Él es el esposo fiel, para siempre casada con el reincidente.
En Joel, Él es el que bautiza con el Espíritu Santo y con fuego.
En Amós, Él es el juicio por el pecado y el restaurador.
En Abdías, Él es el poderoso para salvar.
En Jonás, Él es nuestro gran misionero extranjero.

En Miqueas, Él es el mensajero de pies hermosos.
En Nahum, Él es el vengador de los elegidos de Dios
En Habacuc, él es evangelista de Dios, clamando: “aviva tu obra en medio de
los años”.
En Sofonías, Él es nuestro Salvador.
En Hageo, Él es el restaurador del patrimonio perdido de Dios.
En Zacarías, Él es la fuente abierto en la casa de David por el pecado y la
inmundicia.
En Malaquías, Él es el Sol de justicia con sanidad en sus alas.
Jesús en el nuevo testamento
En Mateo, Él es el Rey de los Judíos.
En Marcos, Él es el Siervo.
En Lucas, Él es el Hijo del hombre.
En Juan, Él es el Hijo de Dios.
En Hechos, Él es el Salvador del mundo.
En Romanos, Él es la justicia de Dios.
En I Corintios, Él es la Roca que sigue Israel.
En II Corintios, Él es el que da la victoria triunfante.
En Gálatas, Él es la libertad.
En Efesios, Él es la Cabeza de la Iglesia.
En Filipenses, Él es el gozo del cristiano.
En Colosenses, Él es la integridad .
En I y II Tesalonicenses , Él es tu esperanza.
En I Timoteo, Él es la fe.
En II Timoteo, Él es la estabilidad.
En Filemón, Él es el benefactor.
En Tito, Él es la verdad .
En Hebreos, Él es la perfección.
En Santiago, Él es fe hecha obras.
En Pedro, Él es el ejemplo.
En II Pedro, Él es la pureza.
En I Juan, Él es la vida.
En II Juan, Él es el patrón.
En III Juan, Él es la motivación.
En Judas, Él es el fundamento de su fe.
En Apocalipsis, Él es Rey de reyes, el que viene.
El teólogo evangélico británico John R. Stott dijo en una oportunidad: “Si
quitamos a Jesús de Nazaret del centro del cristianismo, simplemente lo que
quedaría es un cascarón vacío”. Jesús es como el sol en todo su esplendor, si

quitamos el sol del universo todo se volverá un gran caos, un gran vacío y un
eterno invierno sin vida. Si quitamos a la persona de Cristo del centro de la fe
cristiana, seríamos como dijo el Apóstol Pablo: “Los más dignos de lástima de
todos los hombres” 1°. de Corintios 15:19.
¡Él es el Primero y el Último, el Principio y el Fin! ¡Él es el Guardián de la
Creación y el Creador de todo! Él es el Arquitecto de todo el universo y el
Gestor de todos los tiempos. Él siempre fue, Él siempre es, y siempre lo será.
Inmóvil, sin cambios, invicto, Él fue herido y trajo sanidad. ¡Él fue herido y se
alivia el dolor! ¡Fue perseguido y trajo la libertad!
Él estaba muerto y trajo la vida! ¡Ha resucitado y trae el poder! ¡Él reina y trae
la paz! El mundo no lo puede entender, Los ejércitos no lo pueden derrotar,
Las escuelas no lo pueden explicar, y Los líderes no lo pueden ignorar.
Herodes no pudo matarlo, Los fariseos no lo podría confundir. ¡La gente no lo
pudo retener! Nerón no lo podía aplastar, Hitler no pudo destruir a su pueblo,

Últimas palabras

El verdadero mensaje bíblico que tiene al Cristo y Señor del universo, como el
centro de su predicación siempre va a apuntar al Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo Juan 1:29. Cristo es la piedra angular que vinieron a
desechar los edificadores Lucas 20:17. ¡Cristo y sólo Cristo es quien merece
toda la Gloria por la redención de nuestras miserables almas!
La Nueva Era no lo puede reemplazar, ¡la lógica no lo puede explicar! Él es la
luz, el amor, la longevidad, y dueño de todo. Él es la bondad, la amabilidad,
mansedumbre y Dios. Él es Santo, Justo, fuerte, poderoso y puro. Sus caminos
son rectos, cuya palabra es eterna, su misericordia no cambia, y su amor es
eterno. Él es mi Redentor, Él es mi Salvador. ¡Él es mi guía, y Él es mi paz! Él
es mi alegría, Él es mi consuelo, Él es mi Señor, ¡y Él que gobierna mi vida!
Él es Rey de reyes y Señor de señores¡¡¡¡ aleluya!

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