“Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera que habían hecho
para ello, y junto a él estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y
Maasías a su mano derecha; y a su mano izquierda, Pedaías, Misael,
Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam” Nehemías 8:4.
Introducción histórica
El libro de Nehemías, junto al de Esdras, concluye la historia del antiguo
testamento, relata el tiempo del regreso de los judíos a la tierra santa (430-
420 a.C.). El libro de Esdras se ocupa de la reconstrucción del templo,
mientras que el de Nehemías en la reconstrucción del muro.
Nehemías era el copero del rey Artajerjes y luego de oír de las dificultades
que tenían sus hermanos en el retorno a Jerusalén con sus enemigos, Dios
lo motivó para volver a la tierra de Israel para reconstruir la ciudad y de
esta forma se convirtió en un líder prominente.
Presentación histórica
Esdras el sacerdote, varón de Dios, líder piadoso, santo que fuera
sumamente fiel a la palabra de Dios, fue el ministro que Dios usó con gran
poder para entregar de nuevo la ley al pueblo, enseñar los mandamientos de
Dios a sus hermanos y congregarlos para el culto verdadero. En este
capítulo reúne a los judíos en la plaza principal de la ciudad, y le lee la
Biblia al pueblo provocando el Señor, por medio de la lectura de la palabra,
un gran mover del Espíritu y una conmoción poderosa en los oyentes ¡la
palabra de Dios es poderosa e impactante! Salmo 119:105, Hebreos 4:12.
Se cree que es la única vez que la palabra “pulpito” aparece en la Biblia,
hoy se habla mucho del púlpito y en nuestros círculos pentecostales
siempre se la ha dado un lugar relevante ¿es en verdad un lugar importante?
El uso del púlpito dentro de las Iglesias data de muy antiguo, de los
tiempos en que comenzaron a usarse, como templos, las basílicas romanas.
Hacia el siglo XIV, en las iglesias, solía haber dos púlpitos: uno a la
derecha y otro a la izquierda; uno para leer los evangelios y otro para leer
las epístolas.
A través del tiempo, este sitio ha evolucionado e ido tomando diferentes
formas, de modo que en nuestros días, el púlpito y la plataforma de
nuestras iglesias no se parecen a los primitivos lugares de predicación.
Aunque el lugar y las formas del púlpito han cambiado, sin embargo, lo que
no ha cambiado es el concepto del lugar de autoridad que él representa. En
tiempos antiguos, no era cualquiera el que podía subir al púlpito para dirigir
la palabra. Solo accedían al mismo, personas representativas, que tenían
autoridad espiritual para hacerlo.
Satanás se subió al pulpito y está predicando
“Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de
luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como
ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” 2ª. Corintios
11:14-15.
Satanás es un enemigo muy peligroso y astuto, que no tiene escrúpulos en
vestirse de ángel de luz para engañar a la iglesia, y tampoco tiene
“empacho” en usar a falsos ministros y vestirlos y hacerlos pasar por
“verdaderos predicadores del evangelio”, es decir ¡satanás es un caradura!
Hoy debemos tomar con suma seriedad la responsabilidad de usar el
púlpito, pues ahora satanás y sus esbirros, no solo han entrado dentro de las
congregaciones cristianas, sino que ahora satanás se subió al mismo púlpito
y está predicando sin nada de temor sus grandes herejías y aberraciones.
Satanás usó una serpiente para hablar a Eva (Génesis 3:1-5, 2ª. Corintios
11:3) y hoy está usando a famosos y carismáticos predicadores del neo
evangelio para esparcir su veneno mortal en las almas de los incautos
(Hebreos 13:9, Mateo 24:5, 2ª Pedro 2:1-3, Judas 11).
Por años subieron al pulpito hombres de Dios que el Espíritu Santo los
usó para hablar a su pueblo
La Biblia demanda que los hombres que presiden la iglesia y los que nos
enseñan y dirigen en lo espiritual, deben predicar la genuina palabra de
Dios sin adulterar, sin añadir, ni quitar (2ª. Timoteo 4:1-3, Hebreos 13:7,
1ª. Pedro 4:11, Apocalipsis 22:18-19) sin embargo la tibieza, el descuido
espiritual y la falta de celo, han abierto campo para que los ministros del
diablo, los “falsos profetas”, como Jesús los mencionó (Mateo 24:4-5,
Lucas 21:8-9), suban al altar o al púlpito, para enseñar toda clase de
mentiras, falacias y herejías. Es irrisorio, pero hoy se les pasa el púlpito a
los falsos profetas, es decir al mismo diablo para que predique ¡por que el
diablo también predica! Y a los hombres de Dios, los verdaderos
predicadores de la sana doctrina se les cierra la puerta y se les niega el altar
¡Que contradicción!
¡Diotrefes en los pulpitos modernos!
“Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer
lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las
obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no
contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren
recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia” 3ª. Juan 1:9-10.
Tenemos muchísimos “Diotrefes” en las iglesias modernas, son los líderes
carnales (muchos de ellos obispos, pastores y líderes de grandes concilios)
y ambiciosos que buscan figurar, dominar, manipular y sacar provecho de
todo tipo en la obra de Dios, usan el altar para mentir y esparcir su veneno
doctrinal a la iglesia nominal sobre los cristianos incautos, los cuales no
permiten que suban al pulpito los verdaderos hombres de Dios que predican
el evangelio completo y verdadero, y además expulsa a los creyentes que
aman la sana doctrina y buscan la verdad del evangelio.
Sin embargo, estos falsos líderes actuales no tienen ningún “empacho” en
subir al altar en sus iglesias mundanas a los falsos apóstoles, a los falsos
predicadores y a los cuenteros de hoy, y aun a los mismos políticos
corruptos ¡Que el Señor reprenda al diablo!
Culminación
Amado hermano en la común, fe si usted conoce alguno de ellos o los tiene
como líderes de su vida espiritual y de su familia ¡huya a toda prisa! No los
apoye, no los escuche, no les crea, y ¡por favor, denúncielos sin temor!
(Zacarías 11:4-17, Mateo 23:1-36, 2ª. Tesalonicenses 2:14, Tito 1:11),
debemos bajar a satanás y sus servidores del púlpito. Amén.