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“EL REY QUE HIZO VOLVER A ISRAEL A LA SENDA ANTIGUA”

“Comenzó a reinar Ezequías siendo de veinticinco años, y reinó veintinueve
años en Jerusalén. El nombre de su madre fue Abías, hija de Zacarías. E hizo
lo recto ante los ojos de Jehová, conforme a todas las cosas que había hecho
David su padre. En el primer año de su reinado, en el mes primero, abrió las
puertas de la casa de Jehová, y las reparó.    E hizo venir a los sacerdotes y
levitas, y los reunió en la plaza oriental.  Y les dijo: ¡Oídme, levitas!
Santificaos ahora, y santificad la casa de Jehová el Dios de vuestros padres, y
sacad del santuario la inmundicia” 2°. Crónicas 29:1-5.
Crisis en los dos reinos de la antigüedad

Época de la monarquía hebrea, el reino está divido en dos; el del norte, con su
capital Samaria, y el del sur con su capital Jerusalén, con la muerte de
Salomón se inicia un periodo de decadencia moral y espiritual. Crisis
generalizada en ambos reinos, los reyes de Israel se corrompen y rompen el
pacto con Dios, desde la división del reino en los días de Roboam (1°. Reyes
12), el pueblo del Señor se desvió de la verdad, se debilitó, abandonó la ley y
empezó a practicar todas las abominaciones de los pueblos vecinos.
Al 3er. Año que reina el malvado rey Oseas en Israel, comenzó a reinar en
Judá un joven líder llamado Ezequías (“Jehová fortalece”) a los 25 años de
edad y reinó 29 años en tierra santa 719-691 a.C., es decir hasta los 54 años.
Estuvo asociado con su padre Acaz en el gobierno desde el 728 a.C. fue un
hombre devoto de Dios y amante de su ley, de firmes y profundas
convicciones. Se dice de él: “ni después ni antes de él hubo otro como él entre
todos los reyes de Judá” 1°. Reyes 18:5. Confió totalmente en su Dios y por
ende, Dios lo prosperó en todo.
Reformas de Ezequías apuntan a volver al camino correcto
Ezequías entró en el poder no para hacer “cosas nuevas”, no para innovar, ni
menos para aplicar practicas nuevas y paganas en el pueblo santo, sino
básicamente para restablecer el culto original, volver a los mandamientos de la
ley, es decir para hacer volver a la nación al camino correcto.
Atacó con fuerza la idolatría, quitó los lugares altos, destruyó la serpiente de
bronce que Moisés había usado en el desierto a la que llamó NEHUSTAN
“cosa de bronce”, hizo pedazos las imágenes idolátricas (Éxodo 20:4-5,

Levítico 19:4, Salmo 115:1-8). Reparó y limpió la casa de Jehová que estaba
abandonada y sucia, restituyó el ministerio sacerdotal para lo que en verdad
fue creado por Dios. Reestableció la fiesta de la pascua la principal fiesta judía
de todas (2°. Crónicas 29:3, 30:5) a este celebración invitó solo a los que
tenía que invitar; las tribus de Benjamín y Judá, no tenía síntomas de
ecumenismo, cuando Asiria invadió Samaria y llevó cautiva las demas tribus,
él se mantuvo firme en su fe en Dios y encomendó su causa a Jehová, quien la
dio gran victoria ya que el ángel de Dios mató en una noche a más de 185.000
soldados sirios. No sirvió a los sirios, se reveló contra el rey pagano
Senaquerib, cuando fue amenazado por los impíos (2°. Reyes 18:1-8).
Luego se enfermó y el Espíritu Santo envió al profeta Isaías a su palacio para
darle una solemne palabra de muerte, el rey clamó de todo corazón a Dios y
rogó misericordia a su Dios, el Señor le extendió 15 años más de vida (2°.
Reyes 20:1-7). Ezequías murió en año 691 a.C. y ascendió al poder su hijo
Manases, Ezequías murió con el récord de ser quizá, el mejor rey de toda la
historia desde la muerte de Salomón hasta el tiempo de la cautividad.
El verdadero líder hace que la iglesia vuelva a la senda antigua
El rey Ezequías da un gran ejemplo de cómo deberían ser los pastores y
ministros de Dios de este tiempo de tanta apostasía y rebelión, invitando a la
iglesia del Señor que vuelva al camino correcto: “Así dijo Jehová: Paraos en
los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen
camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron:
No andaremos” Jeremías 6:16, y que no metamos el mundo y sus fabulosas
artificiosas en las congregaciones: “No traspases los linderos antiguos que
pusieron tus padres” Proverbios 22:8 (Jeremías 15:19, Santiago 4:4, 1°.
Juan 2:15-17).
El pastor verdadero es un hombre que confía en Dios, ama y predica su santa
palabra (2°. Timoteo 4:1-5, Tito 2:1, Hebreos 13:7), ataca con fuerza la
idolatría en todas sus formas (1°. Juan 5:20), es un hombre de firmes
convicciones, no se rinde ante el enemigo y ante las grandes tentaciones del
ministerio (1°. Reyes 19:18, Gálatas 4:16), destruye a su paso las cosas que
son de la carne y no glorifican a Dios (2°. Crónicas 29:16, Colosenses 3:5,
1°. Timoteo 4:7), valora y reconoce la verdadera razón del ministerio
(Romanos 11:3, Efesios 4:11-13), cree y fomenta la música sacra única y
verdadera (Salmo 150, Juan 4:24, Colosenses 3:16), cree y predica la
santidad interna y externa (1°. Tesalonicenses 5:23, Hebreos 12:14). Restaura

la verdadera “pascua” cristiana que es el mensaje central de la cruz (Juan
1:29, 1°. Corintios 1:23, 5:7). No tranza con los mundanos ni con los
políticos, y siente asco por el ecumenismo (Amós 3:3, 2°. Corintios 6:14).

Palabras finales

La preciosa historia de Ezequías es inspiradora para cualquier cristiano sano
en la fe, y para todo ministro que desea servir a Dios y predicar el evangelio
auténtico. Tiene una actualidad especial para nosotros, además de ser un
reto, porque nosotros, la iglesia del Nuevo Testamento, también nos
encontramos en los últimos tiempos y debemos ajustarnos a los moldes
bíblicos. No será para nada fácil y habrá muchos obstáculos y vicisitudes en
el camino, pero debemos esforzarnos con la gracia divina en ser como
Ezequías lo fue.

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