05- La muerte según las antiguas culturas
El fenómeno biológico de la muerte, desde la aparición del hombre en la Tierra, ha sido observada en algunas culturas, como la continuidad de la vida, siendo estrechamente relacionadas con las creencias religiosas sobre la naturaleza de la muerte y la existencia de una vida después de ella,
todo el ritual que acompaña a la desencarnación del ser, implican importantes funciones psicológicas, sociológicas y simbólicas para los miembros de una colectividad y tiene que ver, no sólo con la preparación y despedida del cadáver, sino también con la satisfacción de los familiares y la permanencia del espíritu del fallecido entre ellos. En casi todas las culturas antiguas, aun las más milenarias, existía la idea de que la muerte no era meramente la cesación de la vida, todas ellas creían en una partida del alma o espíritu humano a otras esferas, de un castigo o premio eterno del alma del individuo.
En todos los pueblos primitivos se han encontrado vestigios de la creencia en la inmortalidad del alma, sin que esos grupos étnicos jamás mantuvieran cualquier contacto entre ellos. La mitología de cada país es un océano de hechos espirituales, en el cual desembocan los ríos del conocimiento que se confunden, por identidad de informes, con respecto a la continuación de la vida después del desgaste carnal.
a) Los egipcios y la muerte
Los egipcios creían que el cuerpo tenía que estar intacto para que el alma pudiera pasar a la siguiente vida, y para conservarlo desarrollaron el proceso de la momificación. En la sociedad occidental moderna se realiza este proceso para evitar que los familiares tengan que enfrentarse con el proceso de putrefacción de los restos. Para los sumerios, el difunto entraba en el Kur, el “Gran Abajo”. Allí presentaba ofrendas a los dioses con los que se quería conciliar. Luego era acogido por otros muertos con los que viviría en el “País sin Retorno”. Para los egipcios, el alma del difunto accedía al reino de Am-Duat, donde se beneficiaba de los favores de Osiris, dios de la inmortalidad. Pero antes de vivir en paz para toda la eternidad, el alma tenía que sufrir varias pruebas reveladas en el Libro de los Muertos, llamado así por los arqueólogos que encontraron el manuscrito, pero que sería más correcto traducir como Libro de la Salida a la Luz del Día. Los funerales de los gobernantes representaban un evento religioso para la población; además, las Pirámides eran un símbolo y prueba de la autoridad real, pues los faraones encarnaban la permanencia social, la autoridad espiritual y temporal y su muerte ponía en peligro todos estos elementos.
b) Los indios y la muerte
En la India, las creencias en la rencarnación se basan en un sistema complejo que permite saber si el alma del difunto volverá o no a la Tierra. Según el Hinduismo, existen 16 puertas divididas en tres grupos por las que el alma puede salir. Según el grupo de puertas por las que se escapa, podrá acceder el difunto a un reino superior, o tal vez renacerá, o bien, finalmente se transfigurará y entrará definitivamente en un ciclo de renacimientos. En Grecia, Egipto y la China, los esclavos, a veces, eran enterrados con sus amos, ya que se creía que en la otra vida el muerto iba a seguir necesitando sus servicios.
En Tailandia, después de la cremación del monarca, el nuevo rey y los miembros de la familia real tradicionalmente buscaban entre las cenizas fragmentos de huesos. Estas reliquias se convertirían en objetos de culto que, de forma indirecta, significaban la continuidad de la presencia y autoridad del monarca fallecido.
El ritual funerario varía acorde con las costumbres de cada pueblo. En todas las sociedades se prepara el cadáver antes de colocarlo en el féretro, y su despedida está en función de las creencias religiosas, el clima, la geografía y el rango social. La cremación se práctica en algunas culturas con la intención de liberar el espíritu del muerto.
c) Las culturas precolombinas y la muerte
En las sociedades precolombinas de América, la muerte era un acontecimiento muy ritualizado, lo que obligaba a ceremonias de todo tipo, acompañadas de ofrendas, alimentos y objetos de acompañamiento y regalos de mucha utilidad durante el largo viaje que se iniciaba tras la muerte. Entre los mayas se diferenciaba el enterramiento según la clase y categoría de la muerte. La gente ordinaria se enterraba bajo el piso de la casa, pero los nobles solían ser incinerados y sobre sus tumbas se erigían templos funerarios.
Los aztecas, que creían en la existencia de paraísos e infiernos, preparaban a los difuntos para un largo camino lleno de obstáculos. Entre los indígenas americanos se creía que el alma de los difuntos viajaba a otra parte del universo, donde disfrutaba de una vida placentera mientras que desarrollaba las actividades cotidianas. El alma de los desdichados o perversos, vagaba por los alrededores de sus antiguas viviendas, provocando desgracias.
d) La muerte y los romanos
En roma por la gran influencia de toda la gran gama de religiones, creencias y filosofías el concepto de la muerte era variado, pero en resumen ellos creían que los difuntos iban a otra vida y comenzaban un largo camino por la eternidad. Los romanos creyeron que el alma de muertos iría al Styx de río bajo tierra. El alma tuvo que cruzar el río. Una moneda fue puesta en la boca de los difuntos enfrente la que pagar a Charon, el barquero del hampa, para el pasaje. Si el cuerpo no fuera enterrado apropiadamente y no tenía una moneda, el alma fue forzada a que se quedara para hace ciento años ser permitido cruzar el Styx de río.
Tanto en Roma como en Grecia el entierro de los muertos era un deber sagrado. Negar sepultura a un cadáver era condenar al alma a errar sin descanso y, en consecuencia, crear un peligro real para los vivos, pues esas «almas en pena» eran maléficas. Los romanos practicaban simultáneamente los dos grandes ritos funerarios, la cremación y la inhumación. Una vez que se comprobaba la muerte, el hijo mayor cerraba los ojos de su padre y lo llamaba por su nombre por última vez. Luego se lavaba el cadáver, se lo adornaba, se lo revestía con la toga praetexta y se lo exponía en el Atrium sobre un lecho mortuorio, en medio de flores y guirnaldas. Durante varios días, mujeres flautistas y plañideras a sueldo tocaban una música fúnebre. Luego, legado el momento, se formaba un cortejo para acompañar el cadáver fuera del recinto de la ciudad, en donde se erigía la pira (primitivamente en la noche, posteriormente en las mañanas). Detrás de los músicos y de las plañideras caminaban hombres que llevaban representaciones de lo que había sido la vida del difunto.
e) La muerte y los babilonios
Es en la antiquísima narración babilónica de la aventura del mítico héroe de Sumeria Gilgamesh el Poema de Gilgamesh es la epopeya cronológicamente más antigua de la historia del mundo; fue redactada o compilada en 12 tablas de arcilla hace más o menos 4000-5000 años, donde encontramos la más primitiva descripción del proceso del duelo humano y de los rituales respectivos. Con todo, nunca hubo en la historia del hombre otro período durante el cual los rituales funerarios y la expresión del duelo cobraran tal dramatismo y realidad como durante el largo período de la antigüedad, expresiones que rayan, ciertamente, en lo mitológico. La muerte señala en la comunidad que ha pasado algo, y hay grandes y fastuosas pausas (p.ej., los juegos fúnebres). La muerte de un individuo afecta en todo la continuidad del ritmo social: en la ciudad nada continua igual.
El primer rasgo que salta a la vista es su dramatismo; las manifestaciones del duelo, rituales de carácter dramático y violento, son frecuentes -casi la norma- en la antigüedad clásica. Así, tenemos como más frecuentes: llanto intenso, desvanecimientos, rasgado de vestidos, gemidos de agudos trinos, golpes en la cabeza y en el pecho, arrancamiento de pelos de la barba y la cabeza, heridas en el rostro producto de violentos arañazos, gritos agudos, arrastrarse por el suelo, golpear la tierra con las dos manos, etc. Por otro lado, en los funerales podían tener lugar sacrificios humanos y de animales.
De estos rituales, dos merecen especial atención: el primero tiene relación con la ofrenda de cabellos que en los hombres se trataba sólo de un rizo, en las viudas de raparse la cabeza (la parte más noble de la persona), y en las demás mujeres, durante el cortejo fúnebre, llevar el cabello suelto. Recuérdese que, mágicamente, el pelo representa a la persona. La ofrenda de cabellos que hacían los amigos y familiares del muerto significaba el deseo de seguir íntimamente unidos con él. Por otro lado, en los funerales se le ofrece también un mechón de cabellos de la persona muerta a Perséfone (Proserpina), diosa de los infiernos, para que fuese bien acogido por la diosa. Por otra parte, ya el luto riguroso también podía apreciarse.
f) Los materialistas y la muerte
Para los materialistas, la muerte es el fin de todo, pues la vida se reduce a nacer y morir: No creen que algo sobreviva después de la muerte, ni en el alma o espíritu, no creen en Dios, y por consecuencia creen que extinguida la vida material todo se acaba. Los materialistas son tan orgullosos que no admiten la posibilidad que exista alguien superior a ellos, de ahí la causa de no creer en Dios. Pero, si sólo existe la materia, ¿cómo surgió el universo con leyes inmutables, perfectas y organizadas? Si el hombre no creó el cielo, las estrellas y las demás obras de la naturaleza, con gran perfección, todo nos lleva a creer en un ser superior llamado Dios. Se reconoce al creador por su obra. Bien, si creemos en Dios, ¿porqué nos crearía para después aniquilarnos? ¿Usted que es padre o madre, le gustaría que sus hijos murieran para siempre? Si nosotros que somos seres imperfectos, y no queremos que nuestros hijos mueran, imagínese a Dios que es infinitamente perfecto, justo y bueno. Tenga la certeza que él no quiere eso para nosotros.
g) El termino necrópolis
La palabra necro es griega y significa “muerto, muerte, cadáver, fallecido” es una palabra poco usada en el lenguaje común y actual, esta palabra origina también el termino “necrópolis” que es el nombre que es le dan a algunos campos santos; Una necrópolis es un cementerio o lugar destinado a enterramientos. Etimológicamente significa ciudad de los muertos/cadáveres, pues proviene del idioma griego: necro, muerto o cadáver, y polis, ciudad. El término se emplea normalmente para designar cementerios pertenecientes a grandes urbes, así como para las zonas de enterramiento que se han encontrado cerca de ciudades de antiguas civilizaciones”.
h) El diabólico culto a la santa muerte
Satanás el diablo, es padre de toda mentira, un gran embustero, un gran charlatán, un “embobador” profesional (Génesis 3:4, Juan 8:44, 1°. Timoteo 2:14, 2°. Corintios 11:3) y hace ver la muerte, No como lo que es; horrible, fea, espantosa, indeseable, putrefacta, condenatoria, sino como benefactora del hombre, una deidad, un ente espiritual en favor del hombre etc.
El diabólico culto a la santa muerte es muy antiguo pero la santa muerte como la conocemos tiene su origen en Córdova Veracruz en el siglo XIX, donde se le apareció a un brujo local, dictándole hiciera una imagen como la conocemos ahora, que es similar a concepción medieval de la muerte como un esqueleto humano descarnado, la santa muerte según esta concepción es benévola con los seres humanos, ella enseña a “amarse los unos con los otros” y no hace diferencia entre el rico y el pobre, entre el culto y el ignorante, entre el hombre y la mujer etc. A veces se acompaña de un Búho que ve mas allá de lo norma y en la oscuridad, que pude ver el mundo natural y el espiritual. Ella ayuda a los hombres a morir, tiene poder en sus manos, cuando ella llega ya no hay mas vida y promete a sus seguidores llevarlos a mejor vida.
En México especialmente esta extendido su culto en una manera masiva, la gente cree que ella libra de peligro, de accidentes, asaltos y aun puede brindar éxito sentimental, profesional, deportivo y económico. Existen miles de formas y maneras en que es representada; en cuadros, figuras, estampas, dibujos, talismanes etc. Ella exige en los altares que el pueblo la levanta en su honor, flores, fruta, tequila, luces etc. Librerías, puestos de periódico, tiendas esotéricas y por las calles se ofrecen diversas imágenes de varios tamaños de lo que la gente llama “La Santa Muerte”. Este culto, el cual esta muy de moda, ha dejado muy buenas ganancias a los comerciantes que han sabido sacar buen provecho de la superstición de las personas pero lo peor es que esta llevando miles y miles de personas por un camino espantoso de idolatría, y condenatoria para las almas