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Introducción

“Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios” 1°. Juan 3:9.

“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí” Romanos 7:18-20.

 

¿Se relacionan ambos versículos entre Sí?

Estos dos pasajes nos presentan una importante realidad que está relacionada con el gran problema del hombre frente a Dios, el pecado; el gran mal del hombre. El pecado es la peor maldición que puede haber para la humanidad, el pecado corrompe, pervierte, destruye, mata, condena, corta la comunión con Dios y envía al ser humano a la muerte y a la condenación eterna (Jeremías 2:22, Isaías 1:4-6, Romanos 5:12, Romanos 6:23, Gálatas 6:7-8). La solución al problema del pecado está en Dios, el mensaje central de Biblia es precisamente ese, la salvación del hombre por medio de la fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Lucas 19:10, Juan 5:24, Hechos 4:12, 16:31, Romanos 10:9-10, Efesios 2:8-9, 1°. Timoteo 1:15). Como plantea el apologista cristiano Josh McDowell en su libro “Respuestas a preguntas difíciles” en la página 140; “Somos pecadores y necesitamos ayuda. ¿Qué es un pecador? un pecador es alguien que está separado de Dios, ha decidido hacer su propia voluntad y no puede volver a Dios por causa de su pecado…así que debemos reconocer que necesitamos un salvador, alguien que realice todo lo que Dios exige. La única persona que hizo esto es Jesucristo”.    

El primer versículo que encabeza esta enseñanza nos confirma que todo cristiano nacido de nuevo, convertido al evangelio, que tiene la llenura del Espíritu Santo, es un vencedor del pecado y ya no puede vivir esclavo del mal, ni en la práctica de la impiedad, la versión del peregrino lee; “Nadie que sea hijo de Dios comete pecado, pues conserva su semilla; y no puede pecar, porque ha sido engendrado por Dios”. Pablo confirma este verdad cuando dice; “¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” Romanos 6:1-2 (Romanos 8:37, 1°. Corintios 15:57, 2°. Corintios 5:17, 1°. Juan 5:4) es decir, aunque tendremos luchas, tentaciones y debilidades como cristianos, pero en la genuina fe podemos vencer el pecado y la tentación. Por su parte, los otros dos versículos de la carta a los Romanos nos enseña que aunque el hijo de Dios es vencedor en Cristo y quiere vivir en victoria agradando a Dios, existe una naturaleza pecaminosa en cada creyente que lo impulsa al mal y que lo pretende vencer y hacer volver a la antigua vida de pecado. Pablo llamó a esa naturaleza “la carne” en el griego lee SARXS “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” Romanos 8:13 (Romanos 8:6, Gálatas 5:16-17, Santiago 1:12-15). Por lo tanto debemos ser conscientes que somos creaturas débiles y sujetas a un cuerpo de pecado y que si nos descuidamos podemos caer.

 

¿Es bíblica y correcta la doctrina del perfeccionismo?

La doctrina del perfeccionismo sostiene que la santidad, o el amor perfecto, producido por la gracia de Dios, pueden ser alcanzada por todos los cristianos en esta vida y libera a los creyentes del pecado voluntario. Esta doctrina surgió con las enseñanzas de Juan Wesley y continuó propagándose dentro el movimiento pentecostal primitivo. El logro de la perfección es considerado como la segunda obra de gracia que es obrada instantáneamente en el corazón del creyente.

El perfeccionismo enseña que hay una clase de cristianos que alcanzan la perfección moral en esta vida. Para estar seguro, el crédito se da al Espíritu Santo como el agente que trae la victoria total sobre el pecado para el cristiano. Pero hay una especie de elitismo en el perfeccionismo, una sensación de que aquellos que han alcanzado la perfección son de alguna manera superiores a otros cristianos. Los “perfectos” oficialmente no –toman el mérito de su estado, pero la presunción y el orgullo tienen una manera de deslizarse. El peligro del perfeccionismo es que distorsiona gravemente la mente humana. Es una falsa de pensar que hemos logrado, de hecho, un estado de impecabilidad y que no podemos de ninguna manera pecar y si lo hacemos eso indicaría que no hemos sido salvos.

 

Los errores de esta enseñanza

La Biblia, aunque nos da entender que podemos vivir una vida de victoria, también nos enseña que vamos “camino a la perfección” que somos imperfectos y que si nos descuidados podemos caer en pecado. Este doctrina promueve la autosuficiencia, ya que en verdad no se depende de Dios para crecer, vencer la tentación y ser perfeccionado, los siguientes versículos echan por tierra esta enseñanza del perfeccionismo;

“Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” Eclesiastés 7:20.

Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” 2° Corintios 7:1.

“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1:6.

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante” Filipenses 3:12-13.

“A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” Efesios 4:12.

“Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca” 1°. Pedro 5:10.

“Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios” Apocalipsis 3:2.

Esta doctrina no entrega una salida para el cristiano que falla, erra y peca (aunque con esto no queremos decir que debemos vivir pecando) y cataloga de “nunca convertido” al que cae o falla dentro de su caminar en Cristo, por ende no cree ni aplica la restauración en la vida de los creyentes que pecan y se arrepienten, estos versos tiran por tierra esta doctrina del perfeccionismo;

“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará para siempre caído al justo” Salmo 55:22.

“Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz” Miqueas 7:8.

“Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” 1°. Corintios 10:12.

“Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” 2° Corintios 12:10.

“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado” Gálatas 6:1.

“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” 1°. Juan 2:1-2.

 

¿Es bíblica y correcta la doctrina del fatalismo?

Esta enseñanza se hizo muy fuerte y se acrecentó durante la década de los 70 y 80 en los EE.UU. se esparció con rapidez en muchos concilios evangélicos y fue una especie de respuesta para justificar la vida cristiana sin victoria, justificar los pecados que se comenzaron a patentar en el seno de la iglesia cristiana y una forma de evitar el mensaje radical, serio y comprometido con la verdad de Dios, es decir se comenzó con esta doctrina a propagar otra doctrina aún más fatal que se denomina el antinomianísmo (sin ley). Esta doctrina del fatalismo plantea el argumento que debido a que no hemos sido transformados todavía, que estamos en este mundo y somos de carne hueso, por lo tanto nunca podremos vivir una vida totalmente santa, ni en rectitud delante de Dios y que siempre estaremos pecando sin remedio y siempre habrá un pecado en particular que practicaremos. Se concluye que esta enseñanza hace que el cristiano baje los brazos ante su lucha contra la carne, el diablo y el pecado y se entregue a ellos sin presentar batalla, otorga más poder a estos tres grandes enemigos del cristiano que al Dios de la gloria y su poderosa palabra.

Esta enseñanza del “fatalismo” (también conocida como “pesimismo”) distorsionada la verdad del evangelio de Cristo y niega el poder eficaz del Espíritu Santo en realidad de la iglesia y la aplicación de la poderosa palabra de Dios en nuestras vidas, para vivir una vida limpia y en santidad delante de Dios, tal como el Señor lo demanda en su santa palabra.

 

Los errores de esta enseñanza

Muestra una visión pesimista y conformista de la vida cristiana, al parecer el slogan de esta creencia es; “mientras estemos en este cuerpo y en este mundo indefectiblemente pecaremos y nunca podremos lograr perfección”, ¡gran mentira! ya que la Biblia Sí nos asegura que podemos vivir una vida limpia y en santidad delante de Dios. Esta doctrina de un modo u otro niega la doctrina de la santificación instantánea y la progresiva, pero la escritura nos señala que en efecto, podemos llegar a vivir en victoria sobre el pecado y en santidad delante de Dios, aun a pesar de nuestras debilidades y flaquezas como lo muestran esos versos de la palabra de Dios

“Más gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” 1°. Corintios 15:57.

“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” 1°. Tesalonicenses 5:23.

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” Hebreos 12:14.

“sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” 1°. Pedro 1:15-16.

“Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría” Judas 24.

“¿Quién vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” 1°. Juan 5:5

“…y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía” Apocalipsis 22:11.

 

Culminación

Una máxima de la fe cristiana en materia de asuntos doctrinales dice TODOS LOS EXTREMOS SON MALOS y en estas dos posturas que hemos analizado; el perfeccionismo y el fatalismo, lo hemos podido constatar claramente, ambas posturas son erradas, no son cristo céntricas y distorsionan absolutamente el verdadero sentido del cristianismo bíblico. Los cristianos de este tiempo debemos vivir una vida equilibrada en la fe, asumiendo lo débiles y frágiles que somos como seres humanos, pero al mismo tiempo confiando totalmente en su poder y gracia, para vivir en su voluntad y buscar cada día la santidad que Dios nos demanda; “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás” 2°. Pedro 1:5-10. Amén.

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